Me despierto y
no encuentro mi armadura,
Un escalofrió
recorre mi cuerpo en forma de duda,
me levanto
deprisa y me asomo al balcón,
solo veo gente
con prisa,
miradas de
desesperación,
corazones
olvidados,
gente bien
vestida,
hombres con camisa,
pidiendo en la
puerta de la iglesia,
con la mirada
perdida,
esperando que
acabe la misa,
culpables y
víctimas de la corrupción,
el valor no lo
tienen la bondad ni el honor,
lo tienen
trozos de papel,
ni oro ni
plata, algo de cobre,
el sudor de
los más pobres,
artistas como
pintores y poetas,
vagan enmascarados, errantes,
escondidos en
cuevas,
muriéndose de
hambre,
mientras
políticos viajan en aves,
cegados por el
poder y la ambición,
destrozando ilusiones y hogares,
planeando el
próximo hurto en restaurantes.
Los caballos
los tienen grandes vehículos,
maquinas de
contaminación,
existen armas que
no se empuñan,
las llaman armas
de destrucción,
con el
apellido masiva,
con el que pueden quitar millones de vidas,
pulsando un
solo botón,
de manos que
no se ensucian,
protegidas por
la absolución.
No quiero que
esto parezca demagogia ni denuncia,
hablo de
humanidad, pues casi no sé de política,
pero cada vez
creo menos en la sociedad y su justicia,
a veces la
llamo sociedad, otras simplemente suciedad,
hipnotizados
con televisión y eventos populares,
la belleza ya
solo reside en las apariencias y los modales,
en este país oigo
demasiadas veces que son tiempos difíciles,
que estamos
viviendo una época de transición,
me niego a pensar
que la única salida está en la frontera,
pero me estoy cansando de mentiras y morreras,
mientras seguimos
drogados por las químicas y farmacéuticas,
intoxicados y
anestesiados con pastillas, tabaco y alcohol,
o mirando
pequeñas, medianas o grandes pantallas,
sin vivir
aquello que realmente pasa a nuestro alrededor.
Ya me he cansado de mirar desde mi humilde
balcón,
desde donde de
nada vale cualquier opinión,
ya me he
cansado de ver caras de desolación,
jóvenes resignados
y niños casi sin ilusión,
mi esperanza tiene seis letras y rima con todo
lo anterior,
humanidad… ACCIÓN!